La ansiedad se presenta como uno de los problemas en salud mental que más preocupación causan en las personas que nos consultan y más presentes están en nuestras consultas.
Nuestro siglo se ha convertido en una de las etapas de nuestra historia como especie en la que estamos teniendo que convivir con mayores niveles de ansiedad y estrés, ya sea por la cantidad de estímulos que recibimos y procesamos al cabo del día, la presión de las fechas y plazos, los ritmos de trabajo o los avances tecnológicos que nos hacen vivir cada vez más deprisa.
Inicialmente, el estrés se presenta como un mecanismo adaptativo de nuestro organismo que facilita el enfrentamiento a situaciones de amenaza o peligro ya que aumenta nuestro nivel de alerta y activa los sistemas de afrontamiento que la persona dispone para mantenerse a salvo. No obstante, cuando la percepción de peligro es muy intensa (o se mantiene de forma prolongada en el tiempo) se puede convertir en un problema que limita la vida diaria de forma intensa y genera sufrimiento.
Es por eso que muchas veces decimos a las personas a las que acompañamos que la ansiedad, en el fondo, es su aliada porque les está informando de que hay cosas en su vida y en la forma de vivirla que necesitan ser cambiadas.
Son diferentes las causas que pueden facilitar una sobreactivación del sistema de alerta y acabar generando estados de estrés y ansiedad desadaptativos.
En algunos casos, factores biológicos y genéticos que pueden estar influyendo en las estructuras del sistema nervioso y agentes químicos relacionados con los distintos procesos del sistema de supervivencia. Así como también las experiencias que la persona ha ido acumulando a lo largo de su vida y han ido modelando el funcionamiento del sistema nervioso. O los estilos de afrontamiento que ha aprendido a utilizar y mantiene en sus respuestas con el entorno.
¿Cómo acompañamos en nuestra sesiones a personas con ansiedad?
Los psicólogos podemos acompañar a la persona en la comprensión y aceptación de su ansiedad para reducir el impacto que puede estar teniendo en su vida diaria y facilitar que pueda adoptar estrategias de afrontamiento más saludables. Uno de los trabajos que muchos profesionales realizamos en sesión con las personas que sienten limitado su día a día por culpa de la ansiedad pasa por ayudarlas a conectar con su cuerpo.
Con frecuencia, las personas que experimentan ansiedad están instaladas en su cabeza y muy desconectadas de sus propios recursos de regulación somáticos, por lo que facilitar la reconexión con el cuerpo suele ser uno de los objetivos del trabajo terapéutico. Por esta razón, promover que la persona tome conciencia y contacte con la forma que tiene de respirar e incorpore nuevos hábitos en su día a día suele ser altamente reparador.
Otro aspecto fundamental es reconocer a través de la experiencia el efecto que los propios
pensamientos tienen en la perpetuación de la ansiedad.
La ansiedad forma parte de la experiencia humana, sentir ansiedad de vez en cuando es adaptativo y natural, si crees que en tu caso es demasiado persistente o intensa, no dudes en acudir a un profesional para que pueda acompañarte en tu camino hacia un mayor bienestar.
Gran parte de la ansiedad proviene de la lucha que la persona inicia por intentar evitarla, por lo que el primer paso para reducir los efectos de la ansiedad es no resistirse a la experiencia.