Estrés, una historia cotidiana

estrés

La semana pasada me fue imposible equilibrar las exigencias profesionales, las responsabilidades familiares y el autocuidado, y es que… ¡no siempre es una tarea fácil! 

 

Sin darme apenas cuenta me vi sobrepasada por situaciones que me  llevaron a reflexionar en primera persona sobre la naturaleza del estrés y sobre cómo afecta a nuestra vida diaria.

 

Mi día comenzó más temprano de lo habitual, cogiendo el coche a primera hora de la mañana en dirección a la ciudad condal y con una lista interminable de tareas y compromisos esperando a ser atendidos. 

 

A medida que avanzaba el día, el peso del estrés comenzó a hacerse sentir. 

 

Los plazos, las llamadas telefónicas y los correos electrónicos sin respuesta se acumulaban en mi mente mientras mi tiempo lo ocupaban las reuniones urgentes. 

 

A medida que el estrés aumentaba, me encontré atrapada en una corriente de pensamientos intensos y preocupaciones de la que me resultó difícil salir. 

 

¿Cómo iba a lograr acabar todo lo que necesitaba hacer? 

 

estrés del tiempo

¿Y si no llegaba a tiempo?

 

Estas preguntas rondaban mi mente sin cesar, aumentando mi sensación de abrumación y ansiedad. 

 

Mi cuerpo se entumecía, mi respiración se aceleraba y la tensión se agolpaba en la boca del estómago a medida que pasaba el día.

 

Pero en medio de este caos, entre una reunión y la siguiente, pude parar un momento. 

 

Detenerme, respirar profundamente y tomar una perspectiva consciente sobre mí misma fue el primer paso para poder salir del bucle en el que sin darme cuenta me había ido metiendo a lo largo del día.

 

El estrés no es un enemigo invencible sino, en mi caso, una señal de que necesitaba tomarme un momento para cuidar de mí misma, reevaluar mis prioridades y aceptar mis limitaciones.

 

Si estás viviendo una situación de estrés, aquí tienes algunas estrategias que te pueden ayudar a reducirlo:

 

Practicar la atención plena: Tomarte un momento para estar presente en el momento presente puede ayudar a calmar tu mente y a reducir el estrés. La meditación, la respiración consciente y la práctica de la atención plena son excelentes formas de cultivar esta habilidad.

 

Establecer límites saludables: Aprende a decir “no” cuando sea necesario. Establecer límites claros en tus relaciones y responsabilidades ayuda a reducir la carga de estrés.

 

Prioriza el autocuidado: Dedica tiempo a actividades que te traigan alegría y relajación, como el ejercicio, el tiempo al aire libre, la lectura o pasar tiempo con tus seres queridos.

 

Buscar apoyo: Pedir ayuda cuando la carga de estrés se vuelve demasiado difícil de manejar por tu cuenta. Ya sea hablando con un amigo de confianza, un miembro de tu familia o un profesional de la salud mental.

 

Cada obstáculo que enfrentamos en el día a día nos brinda la oportunidad de crecer y aprender. 

 

Tomar el control de nuestras reacciones de estrés y buscar activamente formas de cuidar de nosotros mismos es  esencial para mejorar nuestra salud y calidad de vida.